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MARIANO MALANDÍA

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Mariano Malandía, «el Tuerto de las Tenerías» fue un cantador de jota aragonesa activo en el último tercio del siglo XIX. Nació el 26 de marzo de 1847 en la calle Cereros del Barrio de San Pablo de Zaragoza. Se le ha considerado siempre como perteneciente al barrio de las Tenerías, porque desde su juventud transcurrió en él su larga vida. Huérfano, fue a vivir con sus tíos, que se dedicaban al campo, y con ocho años de edad una china se le incrustó en el ojo izquierdo por lo cual quedó tuerto. Pasaron los años y dedicado al oficio de tejedor en el barrio de Las Tenerías, comenzó a popularizarse como jotero aficionado, de grandes aptitudes. Luego, coincidiendo con el apogeo del “Royo del Rabal”, inició sus pródigas actuaciones ante el público que definitivamente lo iba consagrando y nombrándole ya, para siempre, con el famoso apodo de “El tuerto de las Tenerías. Allá por el año 1875, entre los vecinos del Rabal y de las Tenerías se estableció cierta rivalidad. Cada bando defendía a su héroe, los del Rabal defendían al rabalero Pedro Nadal “El Royo”, y los de las Tenerías a Mariano Malandía “El tuerto de las Tenerías”. Los dos joteros iban a “lo suyo” a cantar, mientras en los barrios fse encendía la competencia y rivalidad. De aquí surgieron las coplas de “picadillo”, ajenas a su voluntad, coplas poco selectas en el aspecto literario que se popularizaron a raíz de la pretendida rivalidad entre los dos joteros. Los del Rabal cantaban entre otras: El mejor cantor de Jota Es el “Royo del Rabal”. El “Tuerto de las Tenerías” Nunca lo podrá igualar. Y los del barrio de las Tenerías contestaron con esta: No hace falta ir al Rabal Para oír cantar la Jota, Que aquí tenemos al “Tuerto” Que más que el “Royo” la borda. Lo cierto es que el “Tuerto” y el “Royo” salían juntos frecuentemente, juntos iban a rondar, y siempre se les vio en franca camaradería. Dato significativo de la sincera amistad entre ambos es que en un festival de jota celebrado en la Plaza de Toros, por primera y única vez, el “tuerto” le pisó el terreno al “Royo”. Tan bien quedó el de las Tenerías, que para él fueron las mayores ovaciones. El del Rabal, en un gesto admirable y aleccionador, reconoció el triunfo de su compañero, aplaudiéndole y felicitándole efusivamente. En realidad eran más amigos que rivales, y así Mariano, cuando el “Royo” fue indultado y salió de la cárcel en Santoña, fue a recibirlo y le llevó el petate. En consecuencia, el “Tuerto” fue uno de los primeros cantadores de jota que se hicieron célebres; y el hecho de que destacase en el apogeo del mejor cantador del siglo XIX, El Royo del Rabal, ya es prueba indudable de su valía. Los cuatro estilos predilectos del “Tuerto de las Tenerías” fueron la “fiera”, la “fanfarrona, la “rabalera” y la “fematera”. Con estos estilos alcanzó sus mayores éxitos y con ellos triunfó en Zaragoza y en la Corte, donde estuvo varias veces. Allí, en Madrid, en el año 1878, cantó ante Alfonso XII. Su nieta, el requinto, la jota y la Virgen del Pilar constituyeron los cuatro grandes amores del “Tuerto” en los últimos años de su vida. Aunque se retiró de cantar en 1914 después de una actuación en el teatro Pignatelli, cuando sus muchos años y su ya quebrada voz se lo impedían, todavía se aferró a la jota aprovechando su destreza en el manejo del requinto. Ello le sirvió para formar parte de la magnífica rondalla del maestro José Orós. Allí, con el típico, diminuto e interesante instrumento que da carácter a las rondas y sonoridad peculiar a las rondallas, fue acabando su existencia. Nunca dejó de ayudar a cuantos cantadores de jota le requerían de sus consejos. A los 88 años de edad, aún gozaba acariciando su requinto que manejó hasta poco antes de fallecer con la gracia y soltura de su juventud. Fue un ferviente devoto de la virgen del Pilar a la que rezaba a diario en compañía de su nieta. Casi ciego y afecto de una sordera progresiva conservó hasta última hora su carácter abierto y amigable, encontrando en su nieta el mejor de los consuelos. Falleció en Zaragoza, el 8 de abril de 1935 y con su muerte puede decirse que terminó el periodo romántico de la jota en Aragón. El dos de abril de 1979, una calle de Zaragoza del barrio de La Jota le homenajea con su nombre. Además, en el Bajo Aragón, tierra de jotas por excelencia, existe el grupo Malandía, de Alcañiz, desde hace más de 25 años. Entre los 26 fundadores que tomaron parte en sus inicios se encontraba Felipe Malandía, hijo del reconocido cantador Mariano Malandía, el ‘Tuerto de las Tenerías’ y profesor de guitarra en Alcañiz durante décadas. El grupo Malandía ha recuperado el Bolero de Alcañiz, una pieza antigua de gran belleza que hoy forma parte de su repertorio junto con, por supuesto, la Jota de Alcañiz, una de las cinco jotas clásicas por excelencia.

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