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JOSÉ OTO ROYO

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José Oto Royo, nació en la calle Hilarza (hoy Casta Álvarez) el 6 de septiembre de 1906. Era hijo de uno de los matarifes del Matadero Municipal y aficionado a las jotas. A los siete años por deseo de su padre aprendió solfeo y a tocar la bandurria con el maestro Calavia, a cuya rondalla se incorporó. Se aficionó al género lírico, por lo que llegó a cantar algunas zarzuelas en agrupaciones de aficionados. Está considerado el más importante «cantador» de este género musical. Miguel Asso lo presentó con uno de sus cuadros regionales en la Plaza de Toros de Zaragoza y como obtuvo mucho éxito se quedó en su cuadro de jota. Allí conoció a Felisa Galé, (de la que guardaba una foto en su cartera junto a la de su madre) y con la que mantuvo una relación de catorce años hasta la muerte de ésta en 1948. El 18 de octubre de 1927 gana el Certamen Oficial de Jotas de la capital del Ebro en la especialidad de jota cantada y comienza su carrera profesional por toda España. También intervino en representaciones de obras teatrales de costumbres aragonesas, entre otras “Rondalla”, de los hermanos Álvarez Quintero; así como también en el Liceo de Barcelona en las jotas de época “La Dolores”. Se enorgullecía de haber cantado ante Alfonso XIII en la inauguración de la Exposición de Barcelona entre otras la siguiente copla: Quien al oir “¡Viva España!” con un viva no responde, si es hombre, no es español; y si es español, no es hombre. Le complacía cantar con preferencia las obras de exaltación patriótica y las que ponen de manifiesto el amor de los aragoneses a la Virgen del Pilar. Su estilo se caracterizó por una gran potencia, un amplio registro que iba desde la tesitura del tenor hasta la del barítono, y una afinación intachable que no necesitaba de adornos para mostrar su genio, cantando siempre de un modo natural. A partir de la muerte de su novia su carrera fue declinando debido a sus problemas psicológicos y con el alcohol. Además de un gran jotero era un aragonés de raza, tanto por su rudeza externa como por la honradez, tanto por la franqueza como por la bondad de sus sentimientos. Jamás se envaneció de sus triunfos y para todos sus compañeros y para todo el mundo tenía siempre los brazos abiertos y la generosidad a flor de piel. Sobresalió en el estilo de las jotas zaragozanas libres: «femateras», «fieras de Fuentes», «fiera antigua» y la «fiera zaragozana», considerada la máxima creación de la jota cantada aragonesa. También destacó en las coplas para el baile y en las jotas de ronda. Actuó también en Alemania y en Francia. Grabó alrededor de cincuenta discos de jota, entre los que se encuentran algunos con letras republicanas que se editaron durante la Segunda República Española a la que, al parecer, fue afecto. Murió en 1961 y su capilla ardiente (con su cuerpo vestido con el traje regional) fue instalada en la Escuela Municipal de Jota y fue visitada por miles de personas. Fue llevado a hombros hasta la iglesia de San Miguel con una comitiva encabezada por el alcalde de Zaragoza. En la plaza de España sonaron jotas cantadas por él para el que las escuchara el numeroso público asistente. A sus exequias en el Cementerio de Torrero acudieron más de cien mil admiradores.

A partir de la muerte en 1948 de su compañera, la cantadora Felisa Galé, fue declinando su recio carácter aragonés hasta morir de cirrosis. Su entierro constituyó un homenaje del pueblo de Zaragoza como nunca lo había tenido un jotero.

El 18 de abril de 1961, hace 60 años, falleció José Oto. Se calcula que más de 150.000 personas salieron a las calles de la ciudad para despedir a este insigne jotero.

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