CALLEJERO JOTERO.PROJECT
ANTONIO ROYO
A partir del minuto 5, Antonio Royo canta a dúo con María Pilar de las Heras y en solitario.
Picando sobre la imagen enlazamos al registro sonoro que la Biblioteca Digital Hispánica tiene de Antonio Royo
Este ilustre jotero aragonés, nació en Zaragoza el 13 de marzo de 1912 en una “torre”, cerca de donde se encuentra el estadio de fútbol de la Romareda, llamada la torre del Patatero, en Casablanca y fue conocido por ello como “el Royo de Casablanca”, “el Patatero” o “El Chato”. La personalidad de Antonio Royo destaca en dos facetas esenciales, su afición al campo y la de su ilusión por la jota. Su padre no quería que cantara y aunque de mozo ya se le conocía como cantador, no sería hasta el año 1936 cuando se presentó al público. Su primera actuación fue en el Monumental alternando con José Oto. Esto ocurrió al poco tiempo de casarse ya que mientras estuvo soltero su padre que era un gran aficionado a la jota y la cantaba bastante bien, se opuso terminantemente a que Antonio se dedicase a ella, por eso se entregó de lleno a la profesión de labrador ayudando a su padre en la labores agrícolas en la torre del Patatero dedicando sus horas libres al estudio e interpretación del canto de la jota . Una vez casado, vivió en la Bozada, se dedicó a la jota actuando en diversos grupos junto a Cecilio Navarro y María Pilar de las Heras (con la que hizo varias grabaciones). En 1952 grabó “The Spanish recordings. Aragón &València” con la casa Rounder, en la cual estaba La Jota de baile Corona de Aragón y jotas de picadillo con Mª Pilar de las Heras, junto con la rondalla de Educación y Descanso de Zaragoza. Sus maestros fueron Joaquín Numancia y Pascuala Perié.
Vivió la contienda civil con el grupo folklórico Alma de Aragón, fundada en 1935, que es el grupo más antiguo de España, bajo el mando del maestro Mariano Cebollero. Fue una de las primeras voces de este grupo, a la cual luego se añadieron otras grandes voces como José Oto.
Su primer galardón fue en 1939 obteniendo el segundo puesto. Su triunfo decisivo fue en 1942 al obtener el primer premio en el Certamen Oficial de Jotas. Con el grupo de Coros y Danzas de Educación y Descanso actuó en Portugal, Francia y recorrió casi todas las ciudades de España, yendo a Italia con la rondalla de los Salesianos y tomando parte en los festivales internacionales de Madrid y Palma de Mallorca. Grabó discos con la Casa Belter y con Regal y Odeón, dedicó parte de su vida a la enseñanza de La Jota, siendo profesor de cantadores como Vicente Robledo de Baluarte Aragones , Alfredo Longares, Demetrio Moreno, Florencio Artal etc. Su labor enseñando la jota fue encomiable, nunca cobró nada por su enseñanza. Existe una entrevista que le hicieron en Heraldo de Aragón el 22 de junio de 1980 y en ella destaca como se dedicaba en su casa de la Bozada a dar clases gratuitamente por su pasión y agradecimiento a la jota que le salvó la vida, tras ser prisionero en Lérida durante la guerra civil. La Jota le ayudó a pasar una posguerra sin hambre. Vivió y murió en Zaragoza en la década de los ochenta. Una anécdota: En las fiestas patronales de una importante villa de la provincia de Guadalajara actuaba en la plaza mayor “el Chato de Casablanca” ya llevaba cantadas varias coplas que le valieron sendas ovaciones. Se dispuso a echar la despedida, y casi a punto de terminar la copla una piedra de gran tamaño fue lanzada con honda y fue a parar con gran violencia en el cogote de Antonio Royo, sin llegar a perder el conocimiento; la pedrada hizo que el jotero terminara la copla con un gallo estridente lo que hizo que el público guardara silencio en lugar de aplaudir por no saber lo que ocurría. Pero el cantador notando un enorme chichón en su cabeza se quitó el cachirulo de la cabeza para descomprimir el bollo, y el público al ver lo que había pasado se consternó, el cantador mostrando buena serenidad indico a los tañedores:”No tenís que pararos de tocar. Me falta la “rematadera”.¡alante con la jota!” Una pedrada en la cáeza pa un baturro es cosa poca, que aun con los seso ajuera cantaría igual la jota. La ovación debió oirse hasta Guadalajara.